27 de agosto de 2010

Tercera Crónica de "Un viaje a Corea", por Juan Nogueira

Tercera Crónica de “Un viaje a Corea”
- Segundo día en Corea -

Juan Nogueira López
para el blog
“Corea Socialista”
(Descargar en PDF)

El día comenzó mal. Supongo, que con neblina, y digo supongo porque tras apenas tres horas durmiendo, me desperté desubicado y ya no hubo manera de volver a conciliar el sueño. El cambio de hora aún me trae problemas.

Tantas horas tumbado mirando al techo también tuvieron su utilidad. En primer lugar, comprobé que la programación nocturna de la radio norcoreana se basa, fundamentalmente, en música. La combinación no sigue ningún orden lógico: a una canción pop le sigue una marcha militar, a una folklórica le sucede unos coros femeninos y a una canción política otra de amor. Para los programadores coreanos -y quizás para la audiencia- tiene sentido.

La música es -a cualquier hora- un elemento fundamental de la parilla norcoreana, junto a los boletines informativos y las radionovelas. En la televisión sucede algo parecido, aunque también se emiten series y películas, así como eventos políticos y deportivos.

De madrugada, me sorprendió una gran claridad que entraba a rachas en mi habitación. A falta de otra cosa que hacer, me asomé por la ventana y vi que los obreros del turno de noche seguían trabajando en las obras del edificio de en frente del hotel Koryo: unos grandes almacenes.

Los coreanos, como mencionaba ayer, se han marcado el objetivo de ser en 2012 una “Gran Potencia Socialista Próspera”. Afirman que en el ámbito político, el socialismo está asentado, tiene un respaldo abrumador y su fortaleza interna y externa es incuestionable. En el ámbito militar, Corea es un bastión bien defendido y que, además, practica la disuasión nuclear. Por lo tanto, la gran tarea pendiente es el desarrollo económico. Con ello, Corea se convertirá en una potencia socialista a todos los niveles.

No estoy seguro de si en los próximos dos años y medio se conseguirá un cambio cualitativo tan radical en Corea, pero tengo claro que lo fundamental es que la planificación centralizada ha vuelto, con planes a medio y largo plazo. Son capaces de concentrar los esfuerzos y recursos del país en aquello que consideran clave.

A día de hoy, una de las prioridades es la vivienda. De ahí el objetivo de construir 100'000 nuevos apartamentos en Pyongyang, entre otros. Realmente, gran parte de Pyongyang está en obras, tanto en la construcción de nueva vivienda como en la reparación y modernización de las antiguas: el reparto Munsu casi al completo, la zona colindante con la Colina Moran, la calle perpendicular a la Torre de la Idea Juche, varios restaurantes (como el famoso Oknyu), numerosos edificios en el distrito central, así como grandes partes del norte y sur de la ciudad.

He de decir que, por lo poco que sé de construcción, los métodos parecen algo anticuados, aunque quizás sólo es una impresión desde mi ignorancia.

En Corea no sólo se construye vivienda, sino también teatros, hoteles, centros comerciales y otras instalaciones. La más emblemática de estas construcciones, el hotel de 330 metros de altura, avanza a gran velocidad, con la colaboración de expertos chinos y egipcios.

Otro sector prioritario en la estrategia de desarrollo es la energía, ámbito en el que Corea no cubre sus necesidades al 100%. Al no existir electricidad para todo, se ha priorizado en mantener el suministro de electricidad al 100% de las viviendas y a la industria, en detrimento de la iluminación nocturna de las ciudades y otros. Pero el avance en la resolución de este problema es imparable. Todos los años se inauguran grandes presas hidráulicas, así como otras fuentes de energía renovable.

En cuanto a la iluminación nocturna, una innovación creativa han sido las farolas “autosuficientes”, que incorporan una placa solar para producir el equivalente de energía que luego necesitan. Otras iniciativas de ahorro han sido las bombillas de bajo consumo, claramente visibles en todas las viviendas de Pyongyang por la iluminación característica que emiten. No sé por qué motivo en el Hotel Koryo -en el que me alojo- en vez de bombillas de bajo consumo, parece que han optado por bombillas de baja iluminación.

Los objetivos fundamentales de la modernización coreana pasan, por supuesto, por un incremento radical de la producción y de la eficiencia. En este último objetivo, destacan los esfuerzos para introducir el Control Numérico Computerizado (CNC), tecnología que permite una altísima precisión en los procesos de producción y que, a día de hoy, es una especie de obsesión en Corea del Norte. El CNC, como si se tratase de un héroe más del socialismo coreano, tiene incluso su propia canción.
En cualquier caso, lo que parece claro es que la última década ha sido la de la computerización de Corea del Norte. A día de hoy, no hay fábrica, hotel, escuela, centro de venta o de producción o punto del país donde no haya ordenadores. La era digital ha llegado con cierto retraso a Corea, pero ha llegado con fuerza. La mayoría de familias coreanas cuentan hoy con cámaras digitales, teléfonos móviles y, algunas, con mp3 -que es menos frecuente.

En este sentido, el plan 2008 – 2012 preveía elevar radicalmente los niveles de consumo y, para ello, desarrollar más la agricultura y la industria ligera. Los resultados ya comienzan a verse.

Como imagináis, tantas horas de insomnio dieron para mucha reflexión. Cuando a las 9 comenzó mi coloquio, lo que menos me apetecía a mí era hablar de filosofía. A pesar de ello, la charla fue interesante.

El ponente seguía siendo O Song Chol y, según me explicó, en Corea consideran que el centro del socialismo no es tanto la transformación económica y social, sino que ésta sirva para formar hombres y mujeres nuevas, de nuevo tipo.

Engels afirmó que la principal diferencia entre el hombre y otros seres vivos es la capacidad de trabajar y los modos de estructurar el trabajo en cada época -a través de las relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas- son los que definen cada momento histórico. Es decir, podemos distinguir como un momento histórico objetivamente determinado al capitalismo, que es el modo de producción en que el trabajo se organiza bajo el modo de la explotación asalariada de los propietarios de medios de producción hacia los que carecen de ellos.
En Corea se está de acuerdo con este planteamiento pero se añade que el hombre tiene otros atributos únicos que ningún ser vivo o inteligencia artificial podría poseer.

En primer lugar está el sentido de independencia, es decir, la capacidad de las personas de no estar sometido de forma pasiva a las circunstancias: ya sea la realidad social o el entorno natural. La voluntad de resolver los problemas sin dejarse dominar por las circunstancias.

En segundo lugar, está la creatividad: la capacidad y la voluntad de transformar la naturaleza y la sociedad para ponerlos al servicio de mejorar a las personas.

En tercer lugar, está la conciencia: la capacidad de conocer el mundo social y natural y de conocernos a nosotros mismos, así como transformarlos. La conciencia tiene dos elementos básicos: el conocimiento, que nos proporciona información sobre la naturaleza y la sociedad, y la ideología, que nos permite determinar cuáles son los objetivos de la transformación.

Estos tres atributos son los que distinguen, según me explicaron, a los seres humanos de otros seres vivos y la función del socialismo a la hora de crear hombres y mujeres nuevas es potenciar al máximo estos tres atributos: personas más creativos, más conscientes y capaces de estructurar el mundo natural y social en función de sus intereses.

El coloquio fue interesante, pero el sueño iba en aumento. Por eso, cuando terminamos, fui inmediatamente a comprar un refresco muy popular en Corea a base de café y leche: el Pokka. Es una bebida extranjera, de Singapur, pero con licencia de distribución dentro de Corea del Norte a cargo de una empresa estatal.

Tras la comida, visitamos la Torre de la Idea Juche y el Arco del Triunfo.

La Torre de la Idea Juche tiene casi 170 metros de altura, de los que 20 metros pertenecen a la antorcha, que representa la lucha y la victoria en Corea.

Es un monumento a la construcción del socialismo en Corea y desde lo alto de la torre se pueden observar panorámicas privilegiadas de la ciudad, ya que está situada en pleno centro de Pyongyang, a orillas del río Taedong. La zona de la Torre cuenta con un parque y 7 estatuas con figuras que representan a la sociedad coreana. La más emblemática de ellas está justo enfrente de la torre: un trabajador, un intelectual y una campesina de bronce, sosteniendo la hoz, el martillo y el pincel. Las tres clases que sostienen el socialismo en Corea.

El Arco de Triunfo está lejos de la Torre de la Idea Juche. Está cerca de una de las entradas de la ciudad, junto a la Colina Moran. Es el mayor arco de triunfo del mundo, apenas unos metros más alto que el de París.

Representa el triunfo en la lucha de independencia contra Japón y en sus laterales hay varios guerrilleros esculpidos en bronce. Como anécdota hay que apuntar que en el arco está inscrita una canción que se compuso durante los años de la lucha guerrillera y que está dedicada a Kim Il Sung, entonces líder del Ejército Popular Revolucionario de Corea y posteriormente, primer presidente del país liberado.

Estas dos visitas era la programación que teníamos para antes de la cena, pero aún eran las cinco cuando terminamos de ver el Arco de Triunfo. En Corea se suele cenar entre las seis y media y las siete, así que decidimos aprovechar el resto de la tarde en divertirnos un poco.

Primero, fuimos a una de las 150 cervecerías de la capital norcoreana. ¡Sí, 150! El local al que fuimos no era muy grande, pero estaba casi lleno. Yo era el único extranjero dentro de la cervecería. Estábamos Kimsito, Kimsita y el chofer que nos había llevado al Arco de Triunfo y a la Torre de la Idea Juche. Todos pedimos cerveza Taedonggang, rubia y algo suave, pero muy buena. Nos sirvieron en vasos de medio litro.

En la televisión estaban echando un festival de música rusa en honor a una compositora soviética. La gala estaba doblada y las canciones estaban subtituladas con la letra en coreano. Varios coreanos en la cervecería tarareaban las canciones.

Es muy frecuente la presencia de televisiones, vídeos o altavoces emitiendo música en Corea en cualquier sitio. Desde un restaurante a una librería, pasando por el pasillo de una biblioteca o incluso en la misma calle. Corea del Norte es un país que no sabe vivir sin música.

Tras terminarnos nuestras cervezas, fuimos a la conocida como “Avenida de los restaurantes”, llamada así porque en la parte baja de la mayoría de edificios hay restaurantes especializados en diferentes estilos de comidas. La mayoría de restaurantes y edificios de esta calle han sido modernizados, aunque hay otros que están pidiendo a gritos una mano de pintura.

En esta avenida está una de las centrales de correos, que contiene una exposición histórica de sellos. En realidad, el principal motivo para ir fue que en años anteriores había encontrado carteles de propaganda política a precios bajos, así como camisetas. Este año no hubo suerte, aunque aproveché para cambiar euros por wones coreanos.

Llegada la hora de la cena, decidí que era el momento de actuar como un hombre nuevo socialista, sin dejarme dominar por las circunstancias, sino rebelándome contra ellas y decidiendo derrocar de una vez por todas la dictadura culinaria a la que me veo sometido.

Al desayuno y la comida ya había tratado -de forma más bien ineficaz- reducir la cantidad de comida que me servían. A la cena decidí llegar dando un puñetazo encima de la mesa.

Cuando la joven camarera se acercaba con su habitual sonrisa y con un plato de lechuga y vegetales aliñados con mayonesa casera, yo me empecé a tocar la tripa de forma notoria y le dije: “Not hungry... What can I dinner?” Ella puso un gesto de tristeza, lo cual supe que no era como para menos. Acababa de atacar su principal propósito de esa noche: ¡cebarme hasta el empacho!
Visto el desafío, decidió negociar. Ella pensó, “bien, no le puedo dar 5 platos, pero como mínimo le daré tres.” Así que comenzó a preguntarme:

“¿Frito o Pez-no-se-qué?” Las dificultades de negociar en inglés entre un español y una coreana son obvias. En cualquier caso, yo le dije que prefería el frito, opción aparentemente menos arriesgada. No sirvió de nada, ya que ella me trajo de todas formas el pez, que tenía un aspecto terrible, pero un sabor exquisito, he de reconocer.

La segunda pregunta fue si prefería cerdo o macarrones, elegí lo segundo. Muy buenos, por cierto.

Luego, insistió en que comiese arroz o sopa o, ya puestos, arroz con sopa. Me negué en rotundo. “Not hungry!” “Not hungry!” Su cara era de sentir auténtica pena y realmente me hizo sentir hasta cierto punto culpable. Pero yo estaba dispuesto a sacar lo peor de mí o, más bien, al auténtico Juan, que no por auténtico es mejor. Lo mejor fue ver la cara de ironía de la camarera cuando el chico sin hambre le pidió de postre... ¡un helado!

La verdad es que siempre me cuesta decir que no con la comida, al menos cuando como fuera. Esto en Corea puede ser un auténtico problema. En 2008, por ejemplo, nos invitaron a comer fideo frío, una especialidad de Pyongyang. Son tallarines en sopa fría, a la que se añaden especias picantes, vinagre y salsa de soja. Una bomba explosiva para el paladar.

Pues bien, a sabiendas de que no me gusta la comida picante, accedí a echarle todos esos condimentos debido a la insistencia de los coreanos. Mientras tanto, mi amiga y camarada Lara -que vino al viaje de 2008- retiraba con todo el descaro del mundo todo aquello que sabía que no le iba a gustar y repelía cualquiera de los varios intentos de echarle salsas a su comida. El resultado fue el previsible: Lara salió diciendo que le habían gustado mucho, a mí se me seguía repitiendo el vinagre y el curry siete cepillados de dientes después.

Una cosa que me fijé mientras cenaba es que los camareros de los restaurantes coreanos tienen distintos uniformes que cambian casi cada día. Eso sí, siempre van muy elegantes y todos van conjuntados entre sí.

Eso sí, la elegancia no es patrimonio exclusivo de los camareros coreanos. En el restaurante había también un grupo de estudiantes japoneses, invitados por la KASS. Pues bien, visten con una mezcla de pantalones informales, camisas blancas sueltas y americanas que sorprenden a la vista, aunque quizás sea también por la impresión de ver a seis personas jóvenes conjuntadas.

En Corea del Norte, la elegancia y la belleza es un privilegio casi exclusivo de las mujeres. Un norcoreano me dijo una vez que las mujeres más bellas de la Península están en el Norte y los hombres más atractivos están en el sur. Él decía, que no había argumento posible de mayor peso para la reunificación.

Después de la cena, fuimos al Parque de la Juventud Kaeson, cerca del Arco de Triunfo. Es un parque de atracciones muy moderno, con lanzadera, coches de choque, montaña rusa, barco-columpio y otras atracciones. La verdad es que nos lo pasamos bien y fue realmente impresionante ver a varias decenas de miles de norcoreanos entrando, saliendo y esperando para entrar al parque o montar en atracciones. Una prueba más de que la cosa avanza y que el socialismo no son sólo cuotas de producción.

Mañana más...


Juan Nogueira López



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