Al preguntar sobre la República Popular de Corea a
cualquier europeo, americano o japonés siempre obtengo como respuesta un
movimiento negativo con la cabeza o un repetitivo "ni idea", siendo
ambas respuestas acompañadas con algún comentario confundiendo a la RPC con la
actual RPDC (República Popular Democrática de Corea, más conocida como
"Corea del Norte").
En realidad, el desconocimiento sobre la existencia de
la República Popular de Corea no es tan sorprendente si tenemos en cuenta que
ésta ha sido sistemáticamente borrada de la mayor parte de libros de Historia y
que jamás ha sido mencionada en documentales, reportajes o noticias de ningún
tipo en los medios de comunicación capitalistas. En Corea del Sur incluso el
hecho de atreverse a hablar de ella puede acarrear problemas legales, en virtud
a la tristemente vigente Ley de Seguridad Nacional, que mantiene bien
custodiados entre rejas a los disidentes surcoreanos que se atreven a
cuestionar la peculiar versión que han montado las autoridades surcoreanas, con
el apoyo de los EEUU, sobre la Historia de Corea y el actual estado de las
cosas en la vecina Corea del Norte.
La República Popular de Corea fue un régimen
legalmente vigente entre agosto y septiembre de 1945, aunque realmente lo más
correcto sería decir que existió hasta febrero de 1946, puesto que actuó varios
meses en la clandestinidad tras ser destruido por los Estados Unidos.
¡Pero vayamos por pasos! La Historia de Corea es
sumamente compleja y debe ser estudiada con claridad o, de lo contrario, hay
riesgo de que nos hagamos un lío bastante gordo.
Los japoneses entran en Corea en el año 1905 en busca
de mano de obra barata y abundantes recursos naturales. Y consiguen ambas
cosas. Durante 40 años, explotan a los coreanos hasta límites inimaginables y
roban sus recursos naturales para alimentar a la entonces creciente industria
nipona.
Pero pronto surge la resistencia ante el invasor: en
1932 se forma la Guerrilla Popular Antijaponesa, que más tarde daría lugar al
Ejército Revolucionario Popular de Corea. Éste, dirigido por Kim Il Sung,
resistió heroicamente a la invasión en el montañoso norte del país. En la parte
sur, donde abundaban las grandes ciudades industriales, aparecen las
"sociedades patrióticas" de tipo comunista, que organizan la resistencia
urbana contra los japoneses.
En 1945, al mismo tiempo que Japón es derrotado por
las potencias aliadas, los coreanos expulsan sin ayuda de nadie a los nipones
de su tierra. Inmediatamente aparecen Comités Populares por todo el país,
organizados por los propios habitantes de Corea.
A partir de esos Comités Populares se proclama la
República Popular de Corea en agosto de 1945. Sería el primer Estado de la
Historia fundado por voluntad y obra de los ciudadanos coreanos.
El Gobierno Provisional se lanza a la quimérica tarea
de eliminar la destrucción política, económica y social producida por 40 años
de ocupación japonesa: los colaboracionistas son detenidos, se socializa la
economía, se distribuyen las tierras entre los campesinos y se inicia un
ambicioso plan para alfabetizar a la población.
Pero el sueño de los coreanos de construir una patria
próspera e independiente es rápidamente truncado: en septiembre de 1945
desembarcan en el sur de la nación las tropas estadounidenses, que establecen
de forma unilateral el Paralelo 38 como límite de su zona de ocupación. Los
soviéticos aceptan ese límite a regañadientes, poniendo dos condiciones:
- Que los Ejércitos Rojo y norteamericano se retiren de Corea y se celebren elecciones libres en 1948. Los norteamericanos aceptarían sobre el papel pero, en la práctica, pondrán todo tipo de impedimentos para que se produzcan esas elecciones. Nunca llegarían a realizarse.
- Que el Ejército Rojo pueda establecerse en el norte de Japón, incluyendo la isla de Hokkaido. Los norteamericanos se niegan.
Los tres años que siguen a la entrada de los
norteamericanos en Corea del Sur son un periodo de gran represión: todos los
que colaboran o simpatizan con la ya muerta República Popular de Corea son
ajusticiados, los comunistas son asesinados y las campañas de alfabetización se
paralizan, así como los procesos de repartición de tierras y socialización de
la economía. Los norteamericanos cuentan para este retroceso reaccionario con
la inestimable ayuda de los mismos coreanos que habían colaborado con los
japoneses: aristócratas, latifundistas, elementos religiosos...
Llega 1948 y las tropas soviéticas se retiran de la
parte norte, tal y como se había pactado. Los norteamericanos aún siguen en
Corea del Sur a día de hoy: tienen bases militares y, según se dice, armas
atómicas. Mientras el gobierno del Norte sigue una línea independiente, el
régimen del Sur es aún un mero estado títere de los EEUU.
No les fue fácil a los norteamericanos borrar el
término "República Popular de Corea" de la mente de los surcoreanos:
necesitaron para ello dictaduras fascistas que estuvieron instaladas en Corea
del Sur con apoyo norteamericano durante varias décadas. Ninguna organización
comunista quedó en pie y miles de surcoreanos perecieron.
La República Popular de Corea es un suceso histórico
que hace mucho daño a los capitalistas de todo el mundo, pero especialmente a
los norteamericanos, pues desmonta su teoría de que Corea del Norte fue fundada
como estado títere de la URSS mientras Corea del Sur era "territorio
liberado". Todo lo contrario: los coreanos se organizaron y fundaron su
propio Estado (la RPC), y éste fue aplastado, destrozado y relegado al eterno
olvido en la parte sur, con mucha sangre de por medio.
Hoy más que nunca, debemos recordar que los Estados
Unidos son una fuerza invasora en Corea del Sur (vista con malos ojos por
muchos surcoreanos, a pesar del fuerte lavado de cerebro realizado durante
tantas décadas), país que ha crecido mucho económicamente, pero que mantiene
una gran dependencia exterior y enormes desigualdades sociales en su seno. Y,
por supuesto, una gran represión política, totalmente desconocida en Europa y
Estados Unidos. Probablemente porque no sale en los medios de comunicación
controlados por la burguesía. Pero por mucho que intenten ocultar, maquillar o
tergiversar la Historia, jamás podrán cambiar los hechos.
Artículo de D. Merino, miembro de la KFA