Decimocuarta Crónica de “Un Viaje a Corea”
- Penúltimo día en Corea -
Juan Nogueira López
para el blog
“Corea Socialista”
(Descargar en PDF)
- Penúltimo día en Corea -
Juan Nogueira López
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“Corea Socialista”
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Esta noche he vuelto a dormir mal. El Pokka de por la noche con George me quitó el sueño. No sólo eso, varias veces me desperté en malas posturas.
Efectivamente, ayer me tomé algo con George a modo de despedida, ya que hoy se volvía a Estados Unidos. Estuvimos hablando de varios temas, aunque especialmente me habló de las dos familias americanas que estaban en Corea.
En el caso de la familia en la que el padre es coreano, han traído a su hijo, de trece años, pero no de forma inocente. Por lo visto, han avisado a la prensa surcoreana y estadounidense de que van a verse con Kim Jong Il para entregarle una carta sobre los niños del mundo. Quieren que quién se la entregue sea su hijo, que también habla coreano.
Por supuesto, todos estos días han tratado infructuosamente de concertar esa cita. La verdad es que tiene su punto divertido. Yo he vivido durante un tiempo en Inglatera, aunque jamás se me ocurrió tomar el té de las cinco con la Reina Isabel y contarle mis ideas sobre la discriminación de la mujer. No sé, llamadme raro, pero creo que ella no me comprendería.
Cuando me dijeron que venían en una misión altruista, debí suponer que se referían a alguna cosa de este tipo.
La otra familia quiere abrir una Iglesia en Corea. No sé si son evangelistas o algo así, pero son muy religiosos. Cuando dijeron Alabama, también debí de suponerlo.
El padre de la familia tiene pensado volver con el “tío Bill” en un par de meses, para persistir en la misión de evangelizar Corea del Norte.
Estoy tratando de ser todo lo correcto y aséptico posible sobre este asunto, pero ahora quiero dar mi opinión sin ironizar. ¿Por qué los americanos siempre creen que son ellos quienes tienen que ayudar a los demás? ¿Por qué creen que les necesitamos, que tienen algo que aportarnos que no tengamos ya?
No digo en ningún caso que a quienes me encontré trajesen malas intenciones a propósito. Pero siempre tienen el mismo deje: aquí venimos nosotros, no a aprender de otros o a conocer otras realidades, sino a enseñaros y extender nuestra forma de ver el mundo.
En fin. A las nueve partimos hacia Sariwon, una ciudad al sur de Pyongyang, en la que viven exactamente 307.764 personas (sí, me he hecho con el censo norcoreano).
La ciudad está en buen estado y es bonita. Lo más impresionante es la zona conocida como “folklórica”. Es todo un barrio que ha sido reconstruido recientemente con estilo arquitectónico tradicional coreano. Además, las fachadas de los edificios van narrando toda la historia de Corea con murales.
La construcción de esta área ha llevado casi tres años. Cuenta con varios estanques amplios, por las que pasa el agua del río de la ciudad. Por eso, es fácil ver bastantes peces y a gente pescando, especialmente niños.
Otra zona tiene mesas e instalaciones de tipo tradicional, preparadas para jugar al ajedrez y a otros juegos de mesa. La zona folklórica se extiende hasta una colina cercana donde hay un pabellón colgante que sirve de mirador de la ciudad.
Es curioso que todavía haya propagandistas de alguna caverna de la Guerra Fría, que sigan diciendo que en Corea los visitantes no vemos la realidad, porque nos enseñan lo que quieren que veamos. Es curioso en muchos aspectos. El más obvio es que, si en la mayoría de ciudades hay miradores desde los que se puede ver todo, no es fácil que nos oculten la realidad. En Pyongyang, varios hoteles tienen miradores en el último piso y la Torre de la Idea Juche tiene 160 metros de altura.
Por lo demás, así como quien no quiere la cosa, ya he estado en tres fábricas norcoreanas, en varias escuelas, granjas, universidades, parques, guarderías, bibliotecas, museos,... etc. En Corea hay más de 4.000 institutos de secundaria y supongo que los que he visitado son algunos de los más modernos, pero es que si yo tuviese que guiar a alguien por España, no le llevaría a ver el instituto Carreño Miranda de Avilés, sino probablemente alguno de Madrid. Lo cual no quiere decir que la situación vaya a ser radicalmente distinta y menos en el caso de Corea, donde la igualdad es un objetivo declarado del Estado.
En la retórica del anti-comunista oficial está que al extranjero le enseñan un escaparate, pero que no representa la realidad del país. Sinceramente, quién crea que Corea actúa pensando en el extranjero, no conoce este país. No saldría rentable tener instalaciones escaparate, sabiendo el escaso número de turistas que vienen al año.
No le dedicaré más tiempo a este asunto. Cerca de Sariwon está la Granja de Migok, en la que viven y trabajan 3.000 campesinos. Es una granja agrícola donde se cultiva fundamentalmente el arroz y, en menor medida, algunas hortalizas.
Las casas están bien y hay de 3 tipos, en función del tamaño de la familia.
Cuentan con maquinaria moderna, incluyendo máquinas para desyerbar, replantar el arroz, camiones y tractores. La relación de tractores por cada 100 hectáreas es de 4,4 -el cálculo es mío, en función de los datos que obtuve y que me facilitaron. Esta cifra es similar a la que existe hoy día en España y es similar al nivel de mecanización que alcanzó Corea del Norte en los años 70. Posteriormente, en los 80, el nivel subió hasta la increíble cifra de 7 tractores por cada 100 hectáreas, uno de los niveles de mecanización más elevados del mundo. En cualquier caso, no hay que tener en cuenta únicamente la estadística pura, porque éstas no recogen el cambio tecnológico en los tractores, que tienen hoy día más capacidad de transporte y tiro que hace 35 años.
El rendimiento por hectárea, de hecho, vuelve a ser similar al de de 1984, cuando se superaban las 10 toneladas: entonces un record mundial. Es la representación en cifras de una impresión que yo ya tenía: la agricultura norcoreana es tremendamente eficiente. Eficiente no quiere decir eficaz, ya que lo que se consigue aún no es suficiente para la plena autosuficiencia. Pero el gran problema es el eterno condicionante de Corea: la geografía y el clima. Es decir, que apenas hay terrenos cultivables (un 18% de la superficie total) y que en algunas zonas los días de heladas a lo largo del año superan los 200.
Por lo tanto, a día de hoy se consiguen en Migok -y probablemente, en más granjas- rendimientos por hectárea similares a los de los años 80, en los que existía la autosuficiencia alimentaria. El mérito es enorme, ya que ahora se realiza con una menor mecanización -debido al ahorro impuesto por la escasez de petróleo- y primando el abono orgánico antes que el fertilizante químico. El problema es que este rendimiento por hectárea, si bien era suficiente entonces, ahora tiene que abastecer a una población con 6 millones de habitantes más.
La granja, como todas, cuenta con un museo histórico. Además, pudimos ver un aspecto interesante: trabajadores de la ciudad ayudando a los campesinos a cultivar las hortalizas.
Fuimos a comer al Monte Jongbang, en el que nunca había estado. Las vistas son muy bonitas y tiene zonas de picnics. Según Kimsito, muchas familias y jóvenes coreanos salen los domingos a hacer picnics a las montañas. Nos encontramos a varios con barbacoas, preparándose comidas que tenían un aspecto delicioso. Varios de ellos nos invitaron, aunque nosotros ya habíamos comido.
Era curioso ver que varias de estas familias tenían algún miembro en el ejército y habían dejado su chaqueta y su gorra encima de las bicicletas.
Por la tarde visitamos la Tumba de Tombyong, fundador del antiguo Reino de Koguryo, en el 277 a.C. De aquella, el Reino de Koguryo abarcaba prácticamente toda la actual Corea del norte y una parte de Manchuria, en China.
En el 427 d.C., seis siglos después de la fundación del reino, la capital fue trasladada a Pyongyang y la tumba del fundador pasó de Jian (China) a Ryongsan, a 25 km de la capital. Este es su actual emplazamiento, que ha sido restaurado en 1993, es decir, 2291 años después del nacimiento del Rey de Koguryo.
Cualquiera se preguntará por qué se le da importancia a un reino antiguo que, fuera de Oriente, no ha trascendido tanto como otras grandes civilizaciones. Pues bien, la historia en Corea tiene mucha importancia e, incluso, actualidad.
Tienen actualidad porque cada parte de Corea tiene su propia versión de la historia del país. Esto tiene lógica a partir de 1945, cuando comienzan a formarse los dos estados. Sin embargo, las diferencias vienen de antes.
En Corea hubo un periodo medieval conocido como los Tres Reinos, en el que el territorio estaba dividido entre tres dinastías. De forma sorprendente, uno contaba con muchos recursos, era rico, pero su corte era corrupta y estaba dominada por fuerzas extranjeras. Otro de ellos, en cambio, era una sociedad espartana, sus habitantes eran patriotas abnegados que defendían su territorio al precio de su vida y no se dejaban corromper por las riquezas de sus vecinos.
Para quién aún no se haya dado cuenta de qué va la película, cada parte de Corea se identifica y reivindica a uno de esos reinos y en sus versiones de la historia, salen extrañamente bien parados los reyes y ciudadanos de la época.
Pero el punto más conflictivo de la historia coreana es el origen. Corea del Norte argumenta que el hilo histórico de Corea arranca con la cultura Taedonggang, en los alrededores de Pyongyang, donde se han encontrado numerosas reliquias de vida civilizada. Corea del Sur dice que eso son tribus sin demasiada importancia y que la auténtica nación coreana aparece en la parte sur. Hasta aquí podría parecer la típica peleílla que hay en todas las familias. ¡Nada de eso! La diferencia histórica entre los primeros restos hallados de la cultura Taeddongang y los del primer reino en el sur de Corea son de más de dos mil años.
Sin embargo, el argumento surcoreano tiene un déficit serio: ninguna tribu sin importancia tuvo un rey reconocido por otras civilizaciones de la época. Y en el caso de la cultura Taedonggang, el rey Tangún aparece en las crónicas históricas chinas. Ante esto, Corea del Sur se posiciona junto al imperialismo japonés, que cuando invadió Corea argumentó que Corea no tenía una auténtica historia nacional y que la existencia de Tangún era un mito como el de Rómulo y Remo.
Bueno, pues para completar esta guerra histórica, Corea del Norte decidió renovar la tumba del Rey Tangún, al sur de Pyongyang, y construir una de los mayores complejos fúnebres que probablemente existen en el mundo, fuera de Egipto.
A mi vuelta a Pyongyang, paramos junto al Monumento a las Tres Cartas para la Reunificación. Fue construido en 2001 en el primer aniversario de la resolución conjunta entre Corea del Norte y Corea del Sur del 15 de junio.
Tiene 30 metros de altura y 61 de ancho y bajo él pasa la autopista desde Pyongyang hacia el sur de Corea. Está construido de granito y mármol y son dos figuras femeninas iguales que sostienen la Península Coreana. Representa que la unidad se conseguirá sobre la base de los esfuerzos iguales de las dos partes de Corea.
Las tres cartas para la Reunificación son las principales propuestas que ha hecho el norte para superar la actual división del país.
Tras esta visita, hemos vuelto al hotel. Entre el sueño y el agobiante calor de hoy, he llegado completamente agotado.
En la televisión estaban echando varios reportajes sobre distintos sectores económicos. Vi uno sobre la minería, otro sobre una obra de construcción de lo que parecía una obra de irrigación y otro sobre la ciencia.
Entre unos reportajes y otros, se intercalaban pequeños clips con consignas e imágenes políticas. De vez en cuando también ponían algún videoclip con canciones.
En Corea, la prensa es un instrumento más de la construcción socialista. Esto no atenta contra el hecho de que la información que den sea veraz, como otro día me referí, pero sí parten de la premisa de que el socialismo es una construcción social objetivamente positiva para una mayoría social y que, además, deben cumplir un papel formando y concienciando a la población.
Esto sucede de igual manera en el capitalismo, con la salvedad de que en vez de reconocerlo, se escudan bajo la falsedad de que son “prensa libre”. La llamada prensa libre en los países occidentales son propiedad, con escasísimas excepciones, de grandes corporaciones capitalistas, la mayoría de las cuales, además, participan en otras corporaciones. Además, la prensa “libre” se financia, fundamentalmente, de la publicidad, que tiene dos orígenes básicos: las administraciones públicas (es decir, el gobierno) y los grandes anunciantes (es decir, los “ricos”).
¿Resultado? La “prensa libre” es la más sectaria, manipuladora y reaccionaria de todas las prensas. Defienden a capa y espada el capitalismo, la explotación del Tercer Mundo a manos de empresas españolas y la orientación del aliado político de la corporación.
En Corea, por el contrario, la prensa no se supone “libre”. Al revés, es un instrumento parcial y consciente para construir -precisamente- una sociedad libre y que asegure los intereses de las grandes mayorías.
Es falso que en Corea sólo exista un periódico. Al contrario, existen muchos más de los que pueda haber en la mayoría de países. Entre nacionales y locales, diariamente salen más de 40. Pero es que además, las granjas, fábricas y universidades tienen sus propios diarios, en los que escriben los trabajadores y estudiantes. De esta manera, el número asciende a 480.
El segundo argumento falso es ese de “ya, ya, pero están controlados por los comunistas”. Anteriormente me he referido al papel consciente que juegan estos periódicos en la construcción socialista. Pero además, un aspecto importante es que los diarios no ocultan su afiliación.
Es decir, no es que las opiniones de un diario estén influenciadas por el Partido del Trabajo, sino que el Partido del Trabajo tiene su propio órgano, como también lo tiene el Partido Socialdemócrata, el Partido Chondoísta, el Gobierno de la República, la Liga de la Juventud Socialista, la Federación de Sindicatos,... etc. Es decir, los órganos de prensa dependen de alguna institución del país.
¿Se pueden crear órganos de prensa que sean no afiliados, de una cooperativa de periodistas? Sí y de hecho, uno de los principales diarios, no tiene afiliación.
En cualquier caso, el diario que más ejemplares vende es el del Partido del Trabajo, el “Rodong Sinmun” (Periódico de los Trabajadores), con una tirada superior al millón y medio.
Los coreanos y coreanas adoran leer. En cualquier parque, en cualquier biblioteca, por las ventanas de las casas, en las zonas rurales,... ves personas con un libro o un periódico entre manos.
Mañana es mi último día en este pequeño país, con esta gran revolución. ¡Voy a aprovechar las últimas horas!
Efectivamente, ayer me tomé algo con George a modo de despedida, ya que hoy se volvía a Estados Unidos. Estuvimos hablando de varios temas, aunque especialmente me habló de las dos familias americanas que estaban en Corea.
En el caso de la familia en la que el padre es coreano, han traído a su hijo, de trece años, pero no de forma inocente. Por lo visto, han avisado a la prensa surcoreana y estadounidense de que van a verse con Kim Jong Il para entregarle una carta sobre los niños del mundo. Quieren que quién se la entregue sea su hijo, que también habla coreano.
Por supuesto, todos estos días han tratado infructuosamente de concertar esa cita. La verdad es que tiene su punto divertido. Yo he vivido durante un tiempo en Inglatera, aunque jamás se me ocurrió tomar el té de las cinco con la Reina Isabel y contarle mis ideas sobre la discriminación de la mujer. No sé, llamadme raro, pero creo que ella no me comprendería.
Cuando me dijeron que venían en una misión altruista, debí suponer que se referían a alguna cosa de este tipo.
La otra familia quiere abrir una Iglesia en Corea. No sé si son evangelistas o algo así, pero son muy religiosos. Cuando dijeron Alabama, también debí de suponerlo.
El padre de la familia tiene pensado volver con el “tío Bill” en un par de meses, para persistir en la misión de evangelizar Corea del Norte.
Estoy tratando de ser todo lo correcto y aséptico posible sobre este asunto, pero ahora quiero dar mi opinión sin ironizar. ¿Por qué los americanos siempre creen que son ellos quienes tienen que ayudar a los demás? ¿Por qué creen que les necesitamos, que tienen algo que aportarnos que no tengamos ya?
No digo en ningún caso que a quienes me encontré trajesen malas intenciones a propósito. Pero siempre tienen el mismo deje: aquí venimos nosotros, no a aprender de otros o a conocer otras realidades, sino a enseñaros y extender nuestra forma de ver el mundo.
En fin. A las nueve partimos hacia Sariwon, una ciudad al sur de Pyongyang, en la que viven exactamente 307.764 personas (sí, me he hecho con el censo norcoreano).
La ciudad está en buen estado y es bonita. Lo más impresionante es la zona conocida como “folklórica”. Es todo un barrio que ha sido reconstruido recientemente con estilo arquitectónico tradicional coreano. Además, las fachadas de los edificios van narrando toda la historia de Corea con murales.
La construcción de esta área ha llevado casi tres años. Cuenta con varios estanques amplios, por las que pasa el agua del río de la ciudad. Por eso, es fácil ver bastantes peces y a gente pescando, especialmente niños.
Otra zona tiene mesas e instalaciones de tipo tradicional, preparadas para jugar al ajedrez y a otros juegos de mesa. La zona folklórica se extiende hasta una colina cercana donde hay un pabellón colgante que sirve de mirador de la ciudad.
Es curioso que todavía haya propagandistas de alguna caverna de la Guerra Fría, que sigan diciendo que en Corea los visitantes no vemos la realidad, porque nos enseñan lo que quieren que veamos. Es curioso en muchos aspectos. El más obvio es que, si en la mayoría de ciudades hay miradores desde los que se puede ver todo, no es fácil que nos oculten la realidad. En Pyongyang, varios hoteles tienen miradores en el último piso y la Torre de la Idea Juche tiene 160 metros de altura.
Por lo demás, así como quien no quiere la cosa, ya he estado en tres fábricas norcoreanas, en varias escuelas, granjas, universidades, parques, guarderías, bibliotecas, museos,... etc. En Corea hay más de 4.000 institutos de secundaria y supongo que los que he visitado son algunos de los más modernos, pero es que si yo tuviese que guiar a alguien por España, no le llevaría a ver el instituto Carreño Miranda de Avilés, sino probablemente alguno de Madrid. Lo cual no quiere decir que la situación vaya a ser radicalmente distinta y menos en el caso de Corea, donde la igualdad es un objetivo declarado del Estado.
En la retórica del anti-comunista oficial está que al extranjero le enseñan un escaparate, pero que no representa la realidad del país. Sinceramente, quién crea que Corea actúa pensando en el extranjero, no conoce este país. No saldría rentable tener instalaciones escaparate, sabiendo el escaso número de turistas que vienen al año.
No le dedicaré más tiempo a este asunto. Cerca de Sariwon está la Granja de Migok, en la que viven y trabajan 3.000 campesinos. Es una granja agrícola donde se cultiva fundamentalmente el arroz y, en menor medida, algunas hortalizas.
Las casas están bien y hay de 3 tipos, en función del tamaño de la familia.
Cuentan con maquinaria moderna, incluyendo máquinas para desyerbar, replantar el arroz, camiones y tractores. La relación de tractores por cada 100 hectáreas es de 4,4 -el cálculo es mío, en función de los datos que obtuve y que me facilitaron. Esta cifra es similar a la que existe hoy día en España y es similar al nivel de mecanización que alcanzó Corea del Norte en los años 70. Posteriormente, en los 80, el nivel subió hasta la increíble cifra de 7 tractores por cada 100 hectáreas, uno de los niveles de mecanización más elevados del mundo. En cualquier caso, no hay que tener en cuenta únicamente la estadística pura, porque éstas no recogen el cambio tecnológico en los tractores, que tienen hoy día más capacidad de transporte y tiro que hace 35 años.
El rendimiento por hectárea, de hecho, vuelve a ser similar al de de 1984, cuando se superaban las 10 toneladas: entonces un record mundial. Es la representación en cifras de una impresión que yo ya tenía: la agricultura norcoreana es tremendamente eficiente. Eficiente no quiere decir eficaz, ya que lo que se consigue aún no es suficiente para la plena autosuficiencia. Pero el gran problema es el eterno condicionante de Corea: la geografía y el clima. Es decir, que apenas hay terrenos cultivables (un 18% de la superficie total) y que en algunas zonas los días de heladas a lo largo del año superan los 200.
Por lo tanto, a día de hoy se consiguen en Migok -y probablemente, en más granjas- rendimientos por hectárea similares a los de los años 80, en los que existía la autosuficiencia alimentaria. El mérito es enorme, ya que ahora se realiza con una menor mecanización -debido al ahorro impuesto por la escasez de petróleo- y primando el abono orgánico antes que el fertilizante químico. El problema es que este rendimiento por hectárea, si bien era suficiente entonces, ahora tiene que abastecer a una población con 6 millones de habitantes más.
La granja, como todas, cuenta con un museo histórico. Además, pudimos ver un aspecto interesante: trabajadores de la ciudad ayudando a los campesinos a cultivar las hortalizas.
Fuimos a comer al Monte Jongbang, en el que nunca había estado. Las vistas son muy bonitas y tiene zonas de picnics. Según Kimsito, muchas familias y jóvenes coreanos salen los domingos a hacer picnics a las montañas. Nos encontramos a varios con barbacoas, preparándose comidas que tenían un aspecto delicioso. Varios de ellos nos invitaron, aunque nosotros ya habíamos comido.
Era curioso ver que varias de estas familias tenían algún miembro en el ejército y habían dejado su chaqueta y su gorra encima de las bicicletas.
Por la tarde visitamos la Tumba de Tombyong, fundador del antiguo Reino de Koguryo, en el 277 a.C. De aquella, el Reino de Koguryo abarcaba prácticamente toda la actual Corea del norte y una parte de Manchuria, en China.
En el 427 d.C., seis siglos después de la fundación del reino, la capital fue trasladada a Pyongyang y la tumba del fundador pasó de Jian (China) a Ryongsan, a 25 km de la capital. Este es su actual emplazamiento, que ha sido restaurado en 1993, es decir, 2291 años después del nacimiento del Rey de Koguryo.
Cualquiera se preguntará por qué se le da importancia a un reino antiguo que, fuera de Oriente, no ha trascendido tanto como otras grandes civilizaciones. Pues bien, la historia en Corea tiene mucha importancia e, incluso, actualidad.
Tienen actualidad porque cada parte de Corea tiene su propia versión de la historia del país. Esto tiene lógica a partir de 1945, cuando comienzan a formarse los dos estados. Sin embargo, las diferencias vienen de antes.
En Corea hubo un periodo medieval conocido como los Tres Reinos, en el que el territorio estaba dividido entre tres dinastías. De forma sorprendente, uno contaba con muchos recursos, era rico, pero su corte era corrupta y estaba dominada por fuerzas extranjeras. Otro de ellos, en cambio, era una sociedad espartana, sus habitantes eran patriotas abnegados que defendían su territorio al precio de su vida y no se dejaban corromper por las riquezas de sus vecinos.
Para quién aún no se haya dado cuenta de qué va la película, cada parte de Corea se identifica y reivindica a uno de esos reinos y en sus versiones de la historia, salen extrañamente bien parados los reyes y ciudadanos de la época.
Pero el punto más conflictivo de la historia coreana es el origen. Corea del Norte argumenta que el hilo histórico de Corea arranca con la cultura Taedonggang, en los alrededores de Pyongyang, donde se han encontrado numerosas reliquias de vida civilizada. Corea del Sur dice que eso son tribus sin demasiada importancia y que la auténtica nación coreana aparece en la parte sur. Hasta aquí podría parecer la típica peleílla que hay en todas las familias. ¡Nada de eso! La diferencia histórica entre los primeros restos hallados de la cultura Taeddongang y los del primer reino en el sur de Corea son de más de dos mil años.
Sin embargo, el argumento surcoreano tiene un déficit serio: ninguna tribu sin importancia tuvo un rey reconocido por otras civilizaciones de la época. Y en el caso de la cultura Taedonggang, el rey Tangún aparece en las crónicas históricas chinas. Ante esto, Corea del Sur se posiciona junto al imperialismo japonés, que cuando invadió Corea argumentó que Corea no tenía una auténtica historia nacional y que la existencia de Tangún era un mito como el de Rómulo y Remo.
Bueno, pues para completar esta guerra histórica, Corea del Norte decidió renovar la tumba del Rey Tangún, al sur de Pyongyang, y construir una de los mayores complejos fúnebres que probablemente existen en el mundo, fuera de Egipto.
A mi vuelta a Pyongyang, paramos junto al Monumento a las Tres Cartas para la Reunificación. Fue construido en 2001 en el primer aniversario de la resolución conjunta entre Corea del Norte y Corea del Sur del 15 de junio.
Tiene 30 metros de altura y 61 de ancho y bajo él pasa la autopista desde Pyongyang hacia el sur de Corea. Está construido de granito y mármol y son dos figuras femeninas iguales que sostienen la Península Coreana. Representa que la unidad se conseguirá sobre la base de los esfuerzos iguales de las dos partes de Corea.
Las tres cartas para la Reunificación son las principales propuestas que ha hecho el norte para superar la actual división del país.
Tras esta visita, hemos vuelto al hotel. Entre el sueño y el agobiante calor de hoy, he llegado completamente agotado.
En la televisión estaban echando varios reportajes sobre distintos sectores económicos. Vi uno sobre la minería, otro sobre una obra de construcción de lo que parecía una obra de irrigación y otro sobre la ciencia.
Entre unos reportajes y otros, se intercalaban pequeños clips con consignas e imágenes políticas. De vez en cuando también ponían algún videoclip con canciones.
En Corea, la prensa es un instrumento más de la construcción socialista. Esto no atenta contra el hecho de que la información que den sea veraz, como otro día me referí, pero sí parten de la premisa de que el socialismo es una construcción social objetivamente positiva para una mayoría social y que, además, deben cumplir un papel formando y concienciando a la población.
Esto sucede de igual manera en el capitalismo, con la salvedad de que en vez de reconocerlo, se escudan bajo la falsedad de que son “prensa libre”. La llamada prensa libre en los países occidentales son propiedad, con escasísimas excepciones, de grandes corporaciones capitalistas, la mayoría de las cuales, además, participan en otras corporaciones. Además, la prensa “libre” se financia, fundamentalmente, de la publicidad, que tiene dos orígenes básicos: las administraciones públicas (es decir, el gobierno) y los grandes anunciantes (es decir, los “ricos”).
¿Resultado? La “prensa libre” es la más sectaria, manipuladora y reaccionaria de todas las prensas. Defienden a capa y espada el capitalismo, la explotación del Tercer Mundo a manos de empresas españolas y la orientación del aliado político de la corporación.
En Corea, por el contrario, la prensa no se supone “libre”. Al revés, es un instrumento parcial y consciente para construir -precisamente- una sociedad libre y que asegure los intereses de las grandes mayorías.
Es falso que en Corea sólo exista un periódico. Al contrario, existen muchos más de los que pueda haber en la mayoría de países. Entre nacionales y locales, diariamente salen más de 40. Pero es que además, las granjas, fábricas y universidades tienen sus propios diarios, en los que escriben los trabajadores y estudiantes. De esta manera, el número asciende a 480.
El segundo argumento falso es ese de “ya, ya, pero están controlados por los comunistas”. Anteriormente me he referido al papel consciente que juegan estos periódicos en la construcción socialista. Pero además, un aspecto importante es que los diarios no ocultan su afiliación.
Es decir, no es que las opiniones de un diario estén influenciadas por el Partido del Trabajo, sino que el Partido del Trabajo tiene su propio órgano, como también lo tiene el Partido Socialdemócrata, el Partido Chondoísta, el Gobierno de la República, la Liga de la Juventud Socialista, la Federación de Sindicatos,... etc. Es decir, los órganos de prensa dependen de alguna institución del país.
¿Se pueden crear órganos de prensa que sean no afiliados, de una cooperativa de periodistas? Sí y de hecho, uno de los principales diarios, no tiene afiliación.
En cualquier caso, el diario que más ejemplares vende es el del Partido del Trabajo, el “Rodong Sinmun” (Periódico de los Trabajadores), con una tirada superior al millón y medio.
Los coreanos y coreanas adoran leer. En cualquier parque, en cualquier biblioteca, por las ventanas de las casas, en las zonas rurales,... ves personas con un libro o un periódico entre manos.
Mañana es mi último día en este pequeño país, con esta gran revolución. ¡Voy a aprovechar las últimas horas!
Juan Nogueira López
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