Octava Crónica de “Un viaje a Corea”
- Séptima día en Corea -
Juan Nogueira López
para el blog
“Corea Socialista”
(Descargar en PDF)
- Séptima día en Corea -
Juan Nogueira López
para el blog
“Corea Socialista”
(Descargar en PDF)
Desde que estoy en Corea, no hay día en que no me despierte soñando algo extraño. Hoy, en sueños, eché una bronca monumental a un camarada. ¡Prubín! Igualmente, desde que estoy en Corea, no hay día en que no me entren unas ganas horribles de volver a fumar. ¡Mal tema!
En cualquier caso, me alegro de no haber hecho ninguna de las dos cosas.
Hoy, el día ha transcurrido con alguna novedad.
Para empezar, el coloquio de por la mañana fue con los dos profesores al mismo tiempo: O Song Chol y Lee Chol Jun. La idea era que hoy íbamos a repasar aquello que había aprendido, a ver si había comprendido la esencia de lo que habían querido trasmitirme. Quedaron muy satisfechos.
Como rápidamente percibieron que de Ciencias Sociales, Marxismo-Leninismo, comprensión de la Idea Juche o Revolución en general, no me falta conocimiento, pasaron a los temas que más les gustan a ambos: otras realidades revolucionarias.
Hablamos de Venezuela, de Cuba y de la Segunda República Española. Me preguntaron especialmente por el periodo que va desde la Primera República hasta la Segunda, cómo se llega a la Guerra Civil, qué papel jugaron los comunistas y cómo veíamos retrospectivamente los comunistas ahora esa parte de nuestra historia. También les interesaba conocer cómo veía actualmente la sociedad española la Guerra Civil. Les sorprendió mucho saber que aún hoy existen calles y monumentos dedicados a los “héroes” del fascismo, mientras los héroes del pueblo siguen marginados de forma insultante por el actual régimen.
Les expliqué que, en nuestro análisis, veíamos la transición como un lavado de cara y una recolocación de las figuras del régimen, buscando re-situar la economía española desde un modelo desarrollista del franquismo al mercado común de la Unión Europea, pero sin mediar ruptura democrática ni asunción de responsabilidades por parte de los criminales fascistas. De ahí que el actual régimen sea heredero del sistema “legal” del franquismo y herede sus calles, sus sentencias judiciales, sus monumentos y héroes,... etc.
También les interesaba conocer la realidad de la juventud española, a qué se dedica, qué le preocupa, si se interesa por la política. Tuve que desilusionarles y decirles la verdad: la juventud española es de las más puteadas de Europa en cuanto a paro, precariedad laboral, temporalidad y fracaso escolar. Sin embargo, la han convertido en una de las juventudes más conformistas y alienadas, creyendo que su libertad se esnifa, se consigue a base de litros de alcohol o se compra como complemento de rebajas. Demasiadas energías se derrochan en los bares y centros comerciales. ¡Qué luchen otros!
Pero no hay pesimismos, el reformismo siempre se queja de las circunstancias. “¡Con esta juventud no hay nada que hacer!” -dicen... Si mayor es la dificultad, mayor es el reto y los revolucionarios tenemos que tener el compromiso de hacerle frente.
Finalmente, me preguntaron por la percepción que tienen los españoles sobre Corea y, especialmente, sobre el papel que aquí se le da al Ejército Popular. Como siempre, les dije la verdad: en España no se conoce el papel del ejército. Es decir, ni se conoce la agresión imperialista americana ni se conoce el papel que el EPC juega en la construcción socialista ni la gran unidad entre pueblo y ejército que existe en Corea.
Los medios han creado un consenso perverso en torno a la idea de que todos los ejércitos -salvo los de la civilizada Occidente- son iguales: instrumentos de represión de dictadores sin escrúpulos. Ellos me dijeron que se lo esperaban, que estaban acostumbrados a que les acusasen de dictadura militar. Pero, dijeron, ellos viven en libertad e igualdad, son felices con su democracia socialista y el ejército es el mayor garante de su defensa y avance. Sé que dijeron eso, exactamente, porque lo apunté.
Por la tarde he vuelto al Museo de la Revolución, en la que ha sido mi última visita a este centro. Visitamos la parte relativa a la década de los 90 y del 2000. Sin embargo, fue la menos interesante de todas, quizás por estar excesivamente centradas en las figuras personales de Kim Il Sung y Kim Jong Il.
Sí que fue interesante ver un vídeo sobre la muerte de Kim Il Sung. La reacción de los norcoreanos, dentro de lo exagerada que resulta para quienes lo vivimos desde fuera, resulta enternecedora. Pero esa admiración por Kim Il Sung y ese dolor son totalmente genuinos. Todos los norcoreanos en esa sala se pusieron a ver el vídeo -que probablemente ya habrán visto en la televisión antes- y todos y todas acabaron llorando. Son sentimientos que tienen muy interiorizados.
Una cosa que cada vez me impresiona más es lo mucho que leen los coreanos. Hoy, además, pude conseguir el catálogo de la compañía de importación y exportación de publicaciones de Corea. Especialmente, destacan los boletines y revistas que publican universidades, organizaciones e instituciones.
Hay revistas de expertos en ciencias sociales, en materia militar, en historia, de medicina, de universidades, feministas,... todo lo imaginable y más. La mayoría son de publicación mensual o quincenal.
Esto, que a priori puedo no parecer un hecho tan espectacular, no sucede en la mayoría de países del llamado “Tercer Mundo”. Precisamente, cuando estuve en Cuba -otro país de grandes lectores, no por casualidad- el director de Juventud Rebelde nos explicaba que el mayor problema para incrementar la tirada o dar más variedad es la falta de papel. Tan simple como eso, problemas que desde nuestro eurocentrismo difícilmente comprendemos. Fuera de Cuba y Corea, hay que sumar el precio de las publicaciones y los bajos niveles culturales.
Precisamente, el socialismo es la causa y la principal razón del consumo de lectura entre la sociedad cubana y coreana. Ser culto para ser libre, que diría Martí.
Por la tarde, visitamos la única Granja de Avestruces del país. Está cerca de Sunan, en los alrededores de Pyongyang. Es una de las tres mayores granjas de avestruces del mundo. Las dos restantes se sitúan en Sudáfrica y en Francia.
Es de propiedad estatal, hay alrededor de 10'000 avestruces en la granja y da empleo a casi 500 trabajadores. Cuenta con maquinaria moderna que se ha importado de Francia e Italia. Se utiliza para producir cuero, carne y productos que utilizan sus pelos y plumas. Satisface el mercado nacional -como pude comprobar hace dos días- y el extranjero.
La granja se fundó hace 10 años con avestruces procedentes de África. Kim Jong Il la ha visitado en varias ocasiones e incluso ha llevado allí a líderes extranjeros como Hu Jintao. Es un centro muy moderno que se ocupa de la reproducción, cría, engorde, muerte y procesamiento de los avestruces. También cuenta con un espacio dedicado a cerdos, a la producción de abonos y al cultivo de varios vegetales.
La visita fue interesante, aunque demasiado rápida, en mi opinión. La mayor parte del tiempo la pasamos haciendo un tour por toda la granja -kilométrica- en coche.
Para terminar el día, tuve la sorpresa de encontrarme con Alejandro Cao de Benós, aunque estaba ocupado en una entrevista con dos extranjeros. Hemos acordado vernos otro día.
Y ya que hoy me sobra algo de espacio, voy a tratar otro de los mitos sobre Corea. Este, en concreto, es el favorito de mi madre: los coreanos y las coreanas sólo pueden peinarse y cortarse el pelo de siete formas elegidas por el gobierno.
Mi amiga Lucía se sentiría decepcionada de saber que entre ellas no está el moño. ¡Lo siento, fía!
La verdad es que la logística que requiere hacer cumplir una normativa como ésta es impresionante. ¿Habría delitos contra el buen gusto en el código penal? ¿O un código propio de peluquería y belleza?
¿Quién controla el cumplimiento de estas normas? ¿Brigadas peluqueras esposando a los infractores y llevándoles a la fuerza a cortarse el pelo? Desde luego, los escasos policías -además, de tráfico- que hay desplegados por las ciudades no darían para controlar a una población tan grande.
Es cierto que los coreanos y coreanas son muy ordenados y protocolarios en cuanto a la vestimenta y el aspecto físico y que eso es algo que les enseñan desde bebés en las familias y en las escuelas. Pero de ahí a afirmar -como a veces parece desprenderse del delirio de los medios de comunicación occidentales- que poco más y abren un “gulag para cutres”, hay un paso gigante.
Aunque pensándolo bien, esa normativa vendría muy bien en España, especialmente ahora que nuestro gobierno no sabe cómo llenar el agujero que han dejado las ayudas a la banca. Además, por más que se quiera freír a los conductores a multas, ya no es lo que era, sobre todo con el precio de la gasolina. La solución está en la Unidad Policial del Buen Gusto.
Si quieren forrarse, una recomendación sobre por dónde empezar para solucionar la crisis: en Oviedo hay un bar llamado Tribecca... En fin... Bromas aparte, ¡mañana más!
En cualquier caso, me alegro de no haber hecho ninguna de las dos cosas.
Hoy, el día ha transcurrido con alguna novedad.
Para empezar, el coloquio de por la mañana fue con los dos profesores al mismo tiempo: O Song Chol y Lee Chol Jun. La idea era que hoy íbamos a repasar aquello que había aprendido, a ver si había comprendido la esencia de lo que habían querido trasmitirme. Quedaron muy satisfechos.
Como rápidamente percibieron que de Ciencias Sociales, Marxismo-Leninismo, comprensión de la Idea Juche o Revolución en general, no me falta conocimiento, pasaron a los temas que más les gustan a ambos: otras realidades revolucionarias.
Hablamos de Venezuela, de Cuba y de la Segunda República Española. Me preguntaron especialmente por el periodo que va desde la Primera República hasta la Segunda, cómo se llega a la Guerra Civil, qué papel jugaron los comunistas y cómo veíamos retrospectivamente los comunistas ahora esa parte de nuestra historia. También les interesaba conocer cómo veía actualmente la sociedad española la Guerra Civil. Les sorprendió mucho saber que aún hoy existen calles y monumentos dedicados a los “héroes” del fascismo, mientras los héroes del pueblo siguen marginados de forma insultante por el actual régimen.
Les expliqué que, en nuestro análisis, veíamos la transición como un lavado de cara y una recolocación de las figuras del régimen, buscando re-situar la economía española desde un modelo desarrollista del franquismo al mercado común de la Unión Europea, pero sin mediar ruptura democrática ni asunción de responsabilidades por parte de los criminales fascistas. De ahí que el actual régimen sea heredero del sistema “legal” del franquismo y herede sus calles, sus sentencias judiciales, sus monumentos y héroes,... etc.
También les interesaba conocer la realidad de la juventud española, a qué se dedica, qué le preocupa, si se interesa por la política. Tuve que desilusionarles y decirles la verdad: la juventud española es de las más puteadas de Europa en cuanto a paro, precariedad laboral, temporalidad y fracaso escolar. Sin embargo, la han convertido en una de las juventudes más conformistas y alienadas, creyendo que su libertad se esnifa, se consigue a base de litros de alcohol o se compra como complemento de rebajas. Demasiadas energías se derrochan en los bares y centros comerciales. ¡Qué luchen otros!
Pero no hay pesimismos, el reformismo siempre se queja de las circunstancias. “¡Con esta juventud no hay nada que hacer!” -dicen... Si mayor es la dificultad, mayor es el reto y los revolucionarios tenemos que tener el compromiso de hacerle frente.
Finalmente, me preguntaron por la percepción que tienen los españoles sobre Corea y, especialmente, sobre el papel que aquí se le da al Ejército Popular. Como siempre, les dije la verdad: en España no se conoce el papel del ejército. Es decir, ni se conoce la agresión imperialista americana ni se conoce el papel que el EPC juega en la construcción socialista ni la gran unidad entre pueblo y ejército que existe en Corea.
Los medios han creado un consenso perverso en torno a la idea de que todos los ejércitos -salvo los de la civilizada Occidente- son iguales: instrumentos de represión de dictadores sin escrúpulos. Ellos me dijeron que se lo esperaban, que estaban acostumbrados a que les acusasen de dictadura militar. Pero, dijeron, ellos viven en libertad e igualdad, son felices con su democracia socialista y el ejército es el mayor garante de su defensa y avance. Sé que dijeron eso, exactamente, porque lo apunté.
Por la tarde he vuelto al Museo de la Revolución, en la que ha sido mi última visita a este centro. Visitamos la parte relativa a la década de los 90 y del 2000. Sin embargo, fue la menos interesante de todas, quizás por estar excesivamente centradas en las figuras personales de Kim Il Sung y Kim Jong Il.
Sí que fue interesante ver un vídeo sobre la muerte de Kim Il Sung. La reacción de los norcoreanos, dentro de lo exagerada que resulta para quienes lo vivimos desde fuera, resulta enternecedora. Pero esa admiración por Kim Il Sung y ese dolor son totalmente genuinos. Todos los norcoreanos en esa sala se pusieron a ver el vídeo -que probablemente ya habrán visto en la televisión antes- y todos y todas acabaron llorando. Son sentimientos que tienen muy interiorizados.
Una cosa que cada vez me impresiona más es lo mucho que leen los coreanos. Hoy, además, pude conseguir el catálogo de la compañía de importación y exportación de publicaciones de Corea. Especialmente, destacan los boletines y revistas que publican universidades, organizaciones e instituciones.
Hay revistas de expertos en ciencias sociales, en materia militar, en historia, de medicina, de universidades, feministas,... todo lo imaginable y más. La mayoría son de publicación mensual o quincenal.
Esto, que a priori puedo no parecer un hecho tan espectacular, no sucede en la mayoría de países del llamado “Tercer Mundo”. Precisamente, cuando estuve en Cuba -otro país de grandes lectores, no por casualidad- el director de Juventud Rebelde nos explicaba que el mayor problema para incrementar la tirada o dar más variedad es la falta de papel. Tan simple como eso, problemas que desde nuestro eurocentrismo difícilmente comprendemos. Fuera de Cuba y Corea, hay que sumar el precio de las publicaciones y los bajos niveles culturales.
Precisamente, el socialismo es la causa y la principal razón del consumo de lectura entre la sociedad cubana y coreana. Ser culto para ser libre, que diría Martí.
Por la tarde, visitamos la única Granja de Avestruces del país. Está cerca de Sunan, en los alrededores de Pyongyang. Es una de las tres mayores granjas de avestruces del mundo. Las dos restantes se sitúan en Sudáfrica y en Francia.
Es de propiedad estatal, hay alrededor de 10'000 avestruces en la granja y da empleo a casi 500 trabajadores. Cuenta con maquinaria moderna que se ha importado de Francia e Italia. Se utiliza para producir cuero, carne y productos que utilizan sus pelos y plumas. Satisface el mercado nacional -como pude comprobar hace dos días- y el extranjero.
La granja se fundó hace 10 años con avestruces procedentes de África. Kim Jong Il la ha visitado en varias ocasiones e incluso ha llevado allí a líderes extranjeros como Hu Jintao. Es un centro muy moderno que se ocupa de la reproducción, cría, engorde, muerte y procesamiento de los avestruces. También cuenta con un espacio dedicado a cerdos, a la producción de abonos y al cultivo de varios vegetales.
La visita fue interesante, aunque demasiado rápida, en mi opinión. La mayor parte del tiempo la pasamos haciendo un tour por toda la granja -kilométrica- en coche.
Para terminar el día, tuve la sorpresa de encontrarme con Alejandro Cao de Benós, aunque estaba ocupado en una entrevista con dos extranjeros. Hemos acordado vernos otro día.
Y ya que hoy me sobra algo de espacio, voy a tratar otro de los mitos sobre Corea. Este, en concreto, es el favorito de mi madre: los coreanos y las coreanas sólo pueden peinarse y cortarse el pelo de siete formas elegidas por el gobierno.
Mi amiga Lucía se sentiría decepcionada de saber que entre ellas no está el moño. ¡Lo siento, fía!
La verdad es que la logística que requiere hacer cumplir una normativa como ésta es impresionante. ¿Habría delitos contra el buen gusto en el código penal? ¿O un código propio de peluquería y belleza?
¿Quién controla el cumplimiento de estas normas? ¿Brigadas peluqueras esposando a los infractores y llevándoles a la fuerza a cortarse el pelo? Desde luego, los escasos policías -además, de tráfico- que hay desplegados por las ciudades no darían para controlar a una población tan grande.
Es cierto que los coreanos y coreanas son muy ordenados y protocolarios en cuanto a la vestimenta y el aspecto físico y que eso es algo que les enseñan desde bebés en las familias y en las escuelas. Pero de ahí a afirmar -como a veces parece desprenderse del delirio de los medios de comunicación occidentales- que poco más y abren un “gulag para cutres”, hay un paso gigante.
Aunque pensándolo bien, esa normativa vendría muy bien en España, especialmente ahora que nuestro gobierno no sabe cómo llenar el agujero que han dejado las ayudas a la banca. Además, por más que se quiera freír a los conductores a multas, ya no es lo que era, sobre todo con el precio de la gasolina. La solución está en la Unidad Policial del Buen Gusto.
Si quieren forrarse, una recomendación sobre por dónde empezar para solucionar la crisis: en Oviedo hay un bar llamado Tribecca... En fin... Bromas aparte, ¡mañana más!
Juan Nogueira López
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