5 de septiembre de 2010

Duodécima Crónica de “Un Viaje a Corea”, por Juan Nogueira

Duodécima Crónica de “Un Viaje a Corea”
- Undécimo día en Corea -

Juan Nogueira López
para el blog
“Corea Socialista”
(Descargar en PDF)

Los mosquitos tienen denominación de origen: pequeños, pero matones, la fiel encarnación de un coreano. Matones se traduce en que mi pierna derecha se ha convertido en un paisaje volcánico, con cráteres y cimas con pinta de estar cercanas a la erupción. Bueno, quizás exagero un poco. Nunca creí que fuese a decir esto, pero... echo de menos el amoniaco.

Esta mañana me he despedido del grupo de japoneses y de la profesora francesa. En realidad, les voy a volver a ver mañana, pero es que ellos tienen la suerte de coger un avión hoy hacia el noreste del país. Allá visitarán el Monte Paektu y todas las zonas donde luchó la guerrilla comunista, incluyendo antiguos campamentos que hoy creo que están restaurados e incluso la choza en la que nació Kim Jong Il, hijo de dos guerrilleros.

Después, me he arreglado y he preparado la mochila para ir a Nampo, en la costa occidental. El plan es ir a la playa, así que he metido el bañador en la mochila, aunque me he dejado la toalla, ya que conmigo nunca nada puede salir del todo bien.

Cuando he bajado, aún faltaban cinco minutos para la hora a la que había quedado con Kimsita y Kimsito. ¡Novedad! ¡Han llegado 10 minutos tarde! Dos coreanos y un español... y llegan tarde los coreanos. ¡Nunca tal se vio!

En fin, cuando por fin salimos del Hotel Koryo me he dado cuenta de una cosa que todos estos días ya llevaba observando: cada vez hay más tráfico en Corea. No sé si realmente y de forma definitiva se están solucionando los problemas de escasez de petróleo, pero lo que sí es seguro es que este es el primer año en que veo proto-atascos de tráfico en Corea.

En Corea, a diferencia de China, los peatones son bastante respetuosos con las normas de tráfico. Pero, a similitud con China, los conductores y ciclistas tienen tentaciones suicidas en la carretera, por lo que el caos es costumbre. En Corea, cada vez hay más semáforos y la policía de tráfico hace un trabajo muy eficaz. Pero allá donde no hay ninguno de estos dos reguladores, se suelen formar cruces inverosímiles y un concierto de cláxones.

En la autopista Pyongyang – Nampo, pude observar muchísimos camiones, más de un centenar. Constantemente están transportando materias primas y materiales. Un 90% de los mismos son del mismo modelo, no demasiado grande, alto y rojo. Según Kimsito, probablemente es importado de China, aunque yo no descarto que sea un modelo de producción local.

También se dejan ver bastantes tractores; éstos sí, modernos y de producción coreana. ¡Buenas noticias!

Nuestra primera parada fue a unos 15-20 Km. de Nampo, la Acería de Kangson. Más que una fábrica, parece una villa entera, ya que es enorme y para entrar hay que pasar un arco. Cuenta con un museo histórico, comedores, equipo artístico, zonas de recreo e incluso un pequeño parquecito. Por supuesto, cuenta con numerosos talleres, cada uno de los cuales cuenta con 6 hornos eléctricos. Da empleo a 12'000 metalúrgicos.

Esta fábrica ya existía bajo el régimen colonial japonés, aunque entonces era parte de la Mitsubishi y tenía un tercio del tamaño actual. Los coreanos no podían acceder entonces a empleos técnicos. Con la derrota y retirada japonesa, los dueños quemaron los papeles técnicos, inutilizaron las máquinas y se llevaron el dinero a la metrópolis.

Cinco años después, durante la Guerra de Corea, la Acería sufrió una destrucción casi total. A pesar de ello, ha sido reconstruida y hoy es uno de los principales centros de producción siderúrgica de Corea. La producción de acero se realiza de forma “jucheana”, es decir, con métodos y materiales coreanos y ya no sufre los problemas de la década de los 90 de interrupción del suministro eléctrico.

Esta empresa se hizo famosa porque en ella comenzó el movimiento Chollima. Chollima es un caballo alado, capaz de recorrer en un día lo que una persona normal tardaría mil días en recorrer. Es un héroe mítico de la cultura coreana. Chollima es utilizado por la dirección revolucionaria de Corea en 1956 como metáfora de lo que el país necesita: avanzar cada día lo que cada país avanza en mil.

En Corea, la línea de crear una economía autosuficiente es la dominante desde diciembre de 1956. Sin ayuda técnica de la Unión Soviética y otros países socialistas, Corea recurre a sus propias fuerzas y es a partir de este momento cuando el Partido del Trabajo de Corea decide apelar únicamente a su propia clase obrera.

Kim Il Sung se pone a la cabeza de este proyecto y visita la Siderúrgica de Kangson. Allí se reunió con los obreros y explica la situación política y económica del país. La consigna es cambiar todo lo que debiese ser cambiado, crear nuevas normas, participar, innovar, sentirse dueños del destino de la fábrica y del país.

A esta visita, siguieron otras muchas a los centros productivos más importantes del país. Estas visitas se convertirían en una constante del tipo de liderazgo norcoreano a todos los niveles y siguen practicándose hoy (por ejemplo, Kim Jong Il hizo en 2009 más de 200 visitas a importantes centros del país).

Ante el éxito impresionante de las visitas, la prensa comenzó a publicitarlo y a llamar a todos los obreros del país a seguir el ejemplo y, en junio de 1958, la Asamblea Popular Suprema lanzó el movimiento de masas Chollima. El movimiento Chollima combina planificación y entusiasmo consciente, es participación e innovación dirigida hacia un objetivo estratégico. Chollima no ofrece incentivos materiales, sino políticos.

El objetivo de esos años era una mayor autosuficiencia a través del desarrollo de la industria pesada, base del resto de sectores de la economía. La producción de maquinaria industrial, aspecto central de la industrialización, pasó de un 1'6% del PIB al 21'3%. También se multiplicó la producción de metal. La producción industrial creció a un ritmo del 44% cada año durante los cinco años del Plan Quinquenal, un crecimiento incluso superior al que Corea tuvo cuando su economía recibía ayudas del campo socialista.

Por todo esto, en pleno Pyongyang se construyó una estatua a Chollima, en homenaje a lo que se convirtió en “línea general de la construcción del socialismo en Corea”. Un trabajador aparece sentado sobre un caballo alado, sosteniendo un libro, que representan las ideas revolucionarias. La Siderúrgica de Kangson, donde nació el movimiento, fue renombrada como Acería Chollima, nombre que recibe actualmente.

Cuando terminamos la visita tomamos de nuevo la autopista. Una cosa curiosa es que en la autopista había decenas de miles de personas a lo largo de kilómetros y kilómetros. Eran personas de pueblos cercanos que durante las épocas donde la cosecha no requiere trabajo, se les moviliza para reparar carreteras y otras tareas. En el caso de la autopista, era curioso ver a semejante cantidad de personas en plena vía, mientras los coches, camiones y autobuses circulaban.

Supongo que lo de confiar en las masas va en este sentido, aunque un trabajo algo más profesional tampoco vendría mal, dados los pequeños boquetes que hay en algunas zonas de las carreteras. En cualquier caso, se veía a la gente feliz. La mayoría trabajaban mientras hablaban, algunos descansaban fumándose un cigarrillo y otros trabajaban mientras escuchaban música. Los más aplicados eran los soldados del Ejército Popular y las mujeres.

Llegamos a Nampo poco después. La verdad es que la anterior vez que hablé de Nampo me quedé corto. La mejora de la ciudad es evidente y muy positiva. Prácticamente, no hay edificio que no haya sido pintado de nuevo o recibido reformas. Esto es una novedad importante ya que la ciudad ha pasado de ser blanca a ser azul, rosada, verdosa y de otros colores. La mayoría de edificios tiene dos colores.

Las ventanas también parecen arregladas y las calles están limpias. Hay cafeterías y tiendas en abundancia. En este caso, sí que creo que es casi una segunda Pyongyang. Quizás es el cambio de perspectiva de ver la ciudad con lluvia -en el caso anterior- y en una mañana soleada.

Fuimos a ver la esclusa marítima de Nampo. El río de Taedong, que a su paso por Pyongyang tiene casi 1 kilómetro de anchura, desemboca en Nampo, con 8 kilómetros de abertura. Esto produjo que históricamente, el enorme caudal del río fuese completamente inútil para irrigar los campos de las provincias de Pyongan del Sur y Hanghae del Norte, ya que las mareas subían y mezclaban el agua salada con la dulce del Taedong.

Los norcoreanos se propusieron en 1981 darle solución definitiva a un problema milenario: el reto era construir el mayor dique marino del mundo. En cinco años, con sus propios recursos, tecnología y esfuerzos -como bien me recordaron- construyeron una enorme esclusa que cierra la desembocadura del río.

El dique tiene 36 represas para dar salida al agua del río cada 12 horas, así como 3 zonas de paso para barcos de gran tamaño un zona especial de paso para 10 especies de peces que ponen sus huevos en el curso superior del río.

El dique tiene en su parte superior vías férreas y una carretera de dos carriles, que permiten ahorrar mucho tiempo en el paso entre las dos provincias que separa el río Taedong.

A unos 100 metros de la esclusa, hay una islita que ha sido unida al dique y que es hoy una zona de playa. Unos 500 norcoreanos disfrutaban del resort, donde el mar estaba calmado y las aguas templadas. Había cafeterías, parking, vestuarios, duchas, arena artificial, gente nadando, gente tocando música, otros bailando de forma animada,... En fin, lo normal en cualquier zona de sol y playa, aunque los occidentales prefieran imaginarse a los norcoreanos como seres robóticos adorando a su líder y preparando la invasión de la costa de California.

Mientras estaba en la playa me fijé en las camisetas de la gente. Es algo que me ha llamado ya antes la atención: los jóvenes norcoreanos tienen cada vez mayor tendencia a vestir como los occidentales. No es algo radical, pero sí que se dejan ver sudaderas con capucha, gorras, camisetas con palabras en inglés e incluso camisetas de fútbol. He visto del Manchester United, del Milan, del Ajax y del Real Madrid. Por cierto, la camiseta merengue era una falsificación: llevaba un gran 7 a la espalda y... “Rual”. ¡Más que de Concha Espina, esa camiseta tiene pinta de venir de Panyiayuan, en Beijing!

Me pegué un buen baño en la playa. Los norcoreanos fueron muy amigables, especialmente los mayores. Los jóvenes sonreían y me miraban sin creerse demasiado que hubiese occidentales en una zona alejada de la capital y donde ellos habitualmente van a divertirse.

Kimsita tuvo la genial idea de hacerme fotos mientras me metía en el agua y recordarme que aún tengo una operación bikini pendiente.

A la vuelta paramos en una fábrica cercana a la Acería Chollima. Es la fábrica de baldosas Taedonggang.

Está a orillas del río Taedong, como su nombre indica, y da empleo a 2000 trabajadores. Produce baldosas interiores, baldosas exteriores, azulejos, tejas y ladrillos. La producción de cada uno de estos materiales se hace en una planta diferente, por lo cuenta actualmente con cinco plantas dentro del mismo complejo.

Actualmente, están ampliando la fábrica para crear tres nuevas plantas, dedicadas a baldosas de tamaños grandes y de mármol artificial.

Abrió en 2007. Es muy grande y es de propiedad estatal, por supuesto. Con ella, se ha conseguido por fin cubrir toda la demanda norcoreana de materiales de construcción, problema que antes no estaba resuelto. Producen únicamente para la demanda interna, aunque empresas chinas y holandesas están solicitando sus productos. Por ahora, la respuesta ha sido negativa, dada la gran cantidad de proyectos de construcción que está llevando Corea del Norte. Por ejemplo, sólo para el nuevo barrio de Mansudae, la fábrica cubrió la producción de 700'000 baldosas.

La fábrica es reciente y muy moderna. Produce a partir de materiales y procesos creados en el propio país. La cantidad de maquinaria y tecnología es altísima y el ritmo de producción también. El trabajo que hacen los obreros es relajado y de supervisión, fundamentalmente, ya que todo está robotizado y mecanizado. La verdad es que es un ejemplo de productividad y eficiencia de la industria socialista.

Cuando volvimos al hotel, tuve una reunión con el subdirector de la Academia Coreana de Científicos Sociales, el cuál me preguntó fundamentalmente por la realidad de España y el trabajo que realizamos los Colectivos de Jóvenes Comunistas. Le interesaba conocer también el grado de represión que aplica el Estado contra los comunistas y cómo lleva mi familia mi militancia política. ¡Tranquila mamá, que no dije que lo llevaras bien!

Por la noche, no estaban en el comedor la profesora francesa ni tampoco el grupo de japoneses. Sí estaban otro grupo de unos 30 japoneses, varios norteamericanos y cuatro chinos. Al único que se escuchaba era a uno de los chinos, que era especialmente ruidoso. Esto contrastaba con el mutismo y la corrección japonesa. Dicen que es el pueblo más ruidoso, junto a españoles e italianos... ¡Quién lo diría!

El grupo de norteamericanos me invitó a cenar con ellos. Además de George, hay dos familias. Una de ellas, natural de Alabama, está sintiéndose muy a gusto en Corea y muy desengañados con la propaganda imperialista y la cantidad de mitos falsos que circulan.

La otra familia está compuesta por una mujer norteamericana y un hombre coreano residente en Missisippi. No hemos hablado sobre sus impresiones acerca de Corea, aunque tienen una fuerte creencia religiosa. Según me explicaron, vienen a Corea en lo que ellos consideran un viaje altruista con los niños de Corea. No me detallaron más en qué consiste esa misión, así que no tengo capacidad de hacer ninguna valoración.

En fin, ¡mañana más!

Juan Nogueira López


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