4 de septiembre de 2010

Undécima Crónica de “Un viaje a Corea”, por Juan Nogueira

Undécima Crónica de “Un viaje a Corea”
- Décimo día en Corea -

Juan Nogueira López
para el blog
“Corea Socialista”
(Descargar en PDF)

Los mosquitos se están cebando conmigo. Es una pena que chupen sangre y no grasilla, sino ya tenía solucionada la operación bikini para varios años... ¡pero no! ¡Lo que tengo son picaduras rojas enormes en brazos y piernas! La verdad es que es la primera vez que me pasa. En mis anteriores visitas no había tenido esta clase de problemas y, por eso, para este viaje no me traje botiquín anti-insectos... ¡Mala decisión!

En fin, al desayuno comenzaron las sorpresas. Esta vez no fue la fritanga, sino la profesora francesa. Hoy se ha retractado de todo lo que dijo antes de ayer. Me dijo que había estado dando un paseo largo por varias zonas de la ciudad durante todo el día de ayer y que, además, había tenido la ocasión de visitar varias fábricas. En sus paseos, tanto como en las fábricas, ha visto mucho mejor la situación que en sus anteriores visitas. Destaca además que no hay inversión extranjera de por medio, sino mucho esfuerzo, organización y audacia con las propias fuerzas socialistas del país. Por eso, ahora sí cree que el país esté por la ruta correcta.

Para mí, este tipo de cambios son desconcertantes. Tras tantas visitas, creo que debería tener ya una visión formada sobre cómo es el país. En realidad, no estoy enfadado con ella ni le tengo una especial manía, pero en ciertas actitudes suyas veo reflejado los complejos y debilidades más habituales de la izquierda europea. Probablemente lo hace con la mejor de sus intenciones, pero al menos me sirve para sacar a colación este tema, en el que no voy a valorar a la profesora sino a parte de la izquierda.

Creo que otro de los grandes fallos de la izquierda es su escasa capacidad de compromiso y confianza en los procesos revolucionarios. Ser revolucionario cuando se habla de “frías estadísticas” sobre Educación o Sanidad en Cuba o Corea, es relativamente fácil. Con las estadísticas en la mano, puede ser solidario y reconocer los méritos de una revolución socialista cualquier persona con un mínimo de objetividad. Es decir, “para lo bueno”, no es necesario ser revolucionario, simplemente saber reconocer que el número de graduados universitarios o médicos por habitante son muy elevados para un país con semejantes recursos económicos.

Ahora bien, el internacionalismo que debemos tener los comunistas es otra cosa bien distinta. Es considerar que en cada país la organización revolucionaria y su pueblo son quienes mejor conocen su realidad y quienes son soberanos para tomar decisiones en torno a ella. Es un compromiso abstracto, es decir, no es ir mirando cada una de las medidas concretas de ese gobierno o partido para ver si estamos de acuerdo -y por ende, somos solidarios- o no. Es considerar que sus luchas y sus victorias fortalecen la causa mundial del proletariado contra la burguesía.

Y precisamente por eso, cuando verdaderamente se demuestra quién es solidario y practica el internacionalismo es en los momentos difíciles y cuando el imperialismo lanza una ofensiva contra ese proceso revolucionario. Por ejemplo, en el caso de los tres últimos ejecutados en Cuba o de la muerte del delincuente común Orlando Zapata, aquellos más débiles dentro de la solidaridad o aquellos que realmente no son solidarios, flojearon. En el mejor de los casos, comenzaron con el discurso llorica del “yo soy un defensor crítico de la Revolución...”.

¡Pues no, señores! Cuando realmente se ponen las cartas boca arriba encima de la mesa es en esos momentos, cuando más difícil es estar junto a la Revolución.

Con Corea, es bastante habitual esto. Gente que duda, gente que hoy sí - mañana no, gente que critica sin conocer,... etc. Bien, ¡ojala no sea ese nunca mi caso!

En cualquier caso, si algo le agradezco a la profesora francesa, es que ahora confirmo mis impresiones: ¡Corea va!

A las nueve tuve coloquio, esta vez con una profesora: la camarada Mun. Es doctora en Filosofía, miembro de la Unión Democrática de Mujeres y, aunque no sé hasta qué punto, es un cuadro del Partido del Trabajo de Corea. Es una mujer segura de sí misma y de buen nivel teórico.

Mun me explicó dos temas. El primero de ellos fue sobre el proceso de reunificación de Corea y el segundo sobre el papel de la mujer en la Revolución Socialista.

Sobre la reunificación, Corea del Norte ve un problema de partida: mientras que el Norte tiene soberanía para decidir sobre su futuro, en el Sur existe una dependencia política hacia Washington. A Estados Unidos no le interesa un proceso de reunificación pacífica de Corea, ya que eso quitaría cualquier legitimidad a su presencia en la zona.

Por lo tanto, desde 1972, Corea lleva como preámbulo de cualquier propuesta tres principios básicos, entre los cuales está el de que “la reunificación de Corea es un asunto coreano que debe ser resuelto por coreanos”. Ante esta formulación, Corea del Sur siempre duda. Durante los gobiernos social-demócratas liberales hasta 2007, estuvieron de acuerdo, así como durante un periodo en 1972. Esto, en cualquier caso, significa la retirada de las tropas norteamericanas como condición para que se dé el proceso, como es natural.

La propuesta norcoreana es la confederalidad: una república con un gobierno coreano y dos gobiernos autónomos, el del norte y el del sur.

El gobierno central estaría compuesto por la mitad de representantes del norte y la otra mitad del sur. Tendría funciones de representación exterior, comercio exterior,... etc. No estaría alineado con ninguna potencia, tendría como misión fundamental potenciar las relaciones entre los coreanos y tendría la prohibición constitucional de entrar en ningún conflicto bélico exterior.

Los gobiernos regionales -Norte y Sur- mantendrían los sistemas sociales y políticos que existen actualmente en cada una de las dos zonas, pero comenzarían la cooperación a todos los niveles y darían libertad de movimientos a los coreanos dentro de Corea. Además, cada uno tendría a su disposición su policía y ejército, pero con el mismo número de soldados que la otra parte.

Esto sería un régimen transitorio que terminaría con la división de Corea y que tendría que tender hacia unas elecciones generales o constituyentes en las que se determinase el futuro de Corea.

Es decir, los norcoreanos están dispuestos a arriesgar y poner toda la carne en el asador por la reunificación. Eso sí, en el fondo tienen la convicción de que el Sur está engañado sobre el sistema del norte y que en cuanto conozcan la realidad y sepan que determinadas situaciones se dan únicamente por el bloqueo y las amenazas militares, pronto ellos también construirán el socialismo.

Por otro lado, sobre la mujer, la teorización fue un tanto desconcertante. Me plantearon toda una serie de cuestiones muy razonables. Por ejemplo, me dijeron que en la Corea feudal y colonial existían leyes que discriminaban a la mujer, así como una moral opresiva.

Por eso, una de las primeras medidas que la Revolución adoptó en Corea del Norte fue la Ley de Igualdad de Sexos, en 1946. Aquí se recogían los derechos al divorcio y al aborto, la equiparación salarial, la baja maternal, el acceso a la enseñanza,... etc.

Sin embargo, sólo a través de leyes no se cambia la sociedad. Por eso, una de las cuestiones más importantes fue el trabajo por dos vías: por un lado, tratar de modificar el papel y posición de la mujer a nivel social -tanto dándole acceso al empleo y a puestos de dirección, como participación política y social, especialmente con la Unión Democrática de Mujeres-; por otro lado, mediante campañas para concienciar tanto a las mujeres como a los hombres de la igualdad.

Me han dicho que aún no están satisfechas con el trabajo logrado y que quieren seguir peleando sobre todo en el ámbito de la concienciación.

Hasta aquí todo bien y de acuerdo. Sin embargo, luego me empezó a explicar que por su naturaleza, hay empleos y ocupaciones más propias de la mujer y otras más propias del hombre. En realidad, esto es cierto: hay trabajos que requieren una enorme fuerza física y que no son apropiados para personas sin esa fuerza, ya sean mujeres u hombres que no alcancen ese nivel muscular. Sin embargo, ese tipo de formulaciones sobre la diferencia natural de la mujer han sido utilizadas por ciertas corrientes machistas que se legitiman diciendo que lo que quieren es “proteger a las mujeres”.

Pues bien, en Corea existe una ley que dice que los trabajos más peligrosos y que supongan un riesgo grave para la salud, son exclusivamente para hombres. En realidad, ellas lo consideran una conquista, aunque a mí me surgen bastantes dudas.

Le pregunté sobre el trabajo doméstico y me dijo dos cosas que me parecieron contradictorias entre sí. Primero me argumentó que había tareas más propias de la mujer, cosa que no me gustó. Pero luego me dijo que, por supuesto, lo natural es repartir las tareas del hogar, pero teniendo en cuenta que va a ver cosas en las que la mujer esté más predispuesta y otras a las que suela estar el hombre. Básicamente, que acostar al niño y cocinar es más bien cosa de la mujer y poner la mesa y limpiar del hombre. Sin embargo, su argumento fundamental fue que el Estado ponía a disposición de las familias muchos servicios públicos para reducir la carga de trabajo doméstico y ayudar a la emancipación de la mujer, como lavanderías, casas cuna y guarderías -donde existe el régimen de semi-internado para las familias que lo requieran- y otros.

En mi opinión, han caminado bastante, hasta un punto bastante por encima del feminismo institucional de Occidente y su sistema de cuotas. Pero no nos engañemos, aún quedan cosas por hacer, lo cual es normal en una Revolución que arrancó en pleno feudalismo.

Por la tarde teníamos visitas a dos universidades: la Universidad de Lenguas Extranjeras y la Universidad Kim Il Sung. Ambas universidades están en los límites de la capital, así que el trayecto fue largo.

De camino, me fijé que en Pyongyang han comenzado ya a sustituir los viejos autobuses urbanos por los nuevos, también de fabricación nacional. Del nuevo autobús había visto fotografías, cuando aún era sólo un prototipo. La verdad es que se parece a los autobuses urbanos de Beijing y no me extrañaría que el plagiador por excelencia de este mundo -China- estuviese probando su propia medicina.

En cualquier caso, los autobuses son eléctricos, se producen en Corea sin haber comprado la licencia a nadie y llevan orgullosamente en sus laterales letras coreanas.

En fin. La Universidad de Lenguas Extranjeras es de tamaño medio. Se fundó en 1949 y en plena guerra dio casi 300 licenciados. Comenzó enseñando ruso, chino e inglés, pero a día de hoy enseñan 27 lenguas, incluyendo vietnamita, jemer, alemán o italiano.

El castellano lo incorporaron en 1962, poco después de la Revolución Cubana. Sin embargo, ya no hay profesores cubanos en la universidad, ya que los coreanos piensan que “hablan mal el castellano, no vocalizan”.

La guía por la universidad me explicó todo en un perfecto castellano. Alumnos y profesores se esfuerzan por pronunciar las “c” sin sesear. Su palabra favorita para practicar la diferencia es “Revolución”. Kimsita afirma que insisten tanto en esto que su pareja, ya licenciado, ha acabado por pronunciar el coreano con dejes madrileños.

Al rato, me invitaron a una clase donde los alumnos estaban analizando un texto y reproduciendo sus contenidos de forma oral y espontánea. Según me explicaron, la prioridad absoluta en Corea es que los alumnos sepan hablar y mantener una conversación oral y no que hagan ejercicios de gramática.

Me quedé sorprendido por el altísimo nivel de los alumnos. Apenas tenían acento y hablaban con una fluidez impropia de una persona de 18 años. No tenían errores de concordancia ni con los tiempos verbales.

Esto no es casual. Que en Corea exista un sistema público y gratuito no quiere decir -más bien al contrario- que no haya una búsqueda de talentos. En Corea existe un sistema bastante similar al de la antigua República Democrática Alemana, por el cual se buscan habilidades especiales en los alumnos desde que son muy pequeños y se les ofrece a sus familias que estudien en centros especializados. Las especializaciones van desde los deportes, a la música, el arte, las lenguas, niños superdotados o incluso el circo.

El resultado es que en muchos aspectos, en Corea existe un elitismo educativo, aunque mejor entendido que en Occidente. En Occidente, elitismo quiere decir que las familias adineradas envían a sus hijos a colegios de élite. En Corea, quiere decir que a cada persona se le permite desarrollar sus talentos y se le da una preparación acorde con su capacidad.

En cualquier caso, la Universidad admite alumnos procedentes de las escuelas secundarias, así como de las especializadas.

La clase giraba en torno a Latinoamérica y sólo se hablaba en castellano. Al principio, explicaron la política expansionista de los imperios europeos, pasando por la Guerra de Independencia de Estados Unidos y pasando, finalmente, al tema preferido de los coreanos: la expansión imperialista estadounidense, desde las 13 colonias a los más de 50 estados.

El problema es que a mí no me querían de simple observador, sino que, pasado un rato, decidieron que había llegado el momento de escuchar una voz nativa y me pidieron que me presentara a la clase. La verdad es que este tipo de situaciones siempre me resultaron algo difíciles. Les dije: “¿Sabéis lo que significa vergüenza? Pues así me siento yo ahora.” Todos se rieron, quizás porque para ellos también era una situación rara. Eso hizo que se rompiera el hielo.

A partir de ahí, les expliqué quién era, la organización a la que pertenezco y qué hago en Corea. Y, por supuesto, ahí comenzaron las preguntas. Todas giraron en torno a la política. Según el director de la Universidad, que nos acompañaba, a los estudiantes también les interesaba saber cómo se había vivido en España el triunfo en el Mundial, pero como el tiempo no sobraba, se centraron en lo que más les importa.

El director es canoso y mayor, pero muy activo y agradable. Tiene acento cubano, pero según me dijo, nunca ha estado allá. Conoce a la perfección la geografía española y me estuvo preguntando por mis estudios y la zona en la que vivo. En cuanto le dije que era asturiano, me respondió “ah, ahora ya entiendo todo. Asturias tiene tradición de izquierda revolucionaria y por eso has acabado tú aquí, ¿verdad? Yo he leído bastante sobre Asturias en la República y la Revolución de Octubre del 34.”

Cuando te dicen eso en un país a miles y miles de kilómetros de distancia, realmente se te pone la piel de gallina. ¡Qué formación y qué cuadros tiene este país!

La última visita del día fue a la Universidad Kim Il Sung. Fue la primera universidad de la historia de Corea y a día de hoy es un enorme centro, cuyo campus es una ciudad dentro de la ciudad. Cuenta con doce facultades, 2500 profesores y 12'000 alumnos.

Las instalaciones son espectaculares, mucho mejores que las de cualquier universidad que yo conozca en España.

Toda la enseñanza en Corea es pública y gratuita, incluyendo todos los tramos de la educación, la educación para adultos, a distancia, nocturna, los cursos de idiomas, la modalidad de combinar estudios y trabajo, las actividades extraescolares y las actividades socio-políticas de los estudiantes. Los uniformes están subvencionados -son casi gratuitos- y cada cierto tiempo se regalan directamente. Los libros de texto son gratuitos.

La Universidad Kim Il Sung no es una excepción en este sentido. El primer edificio se construyó en medio de un arduo debate en el Partido del Trabajo de Corea, en 1945. Un sector opinaba que no existían condiciones para crear una universidad, ya que había en el país sólo 9 licenciados universitarios debido a la política de exclusión absoluta de Japón hacia los coreanos. No existían recursos ni profesores.

Sin embargo, el sector más audaz trató de crear la primera universidad a través de donaciones de dinero del pueblo y trabajo voluntario y traer de Corea del Sur y los países socialistas a los cuadros para ponerla en marcha.

El movimiento para crear la primera universidad alcanzó una escala nacional, con donaciones de todo tipo, incluyendo lo que pasó a la historia como el “arroz patriótico”: campesinos que acababan de recibir sus tierras con la reforma agraria y que donaban todo el excedente de cereales para la construcción de la Universidad Kim Il Sung.

Así se construyó el primer edificio de la universidad. El centro, construido con sudor y entusiasmo consciente, tuvo una corta vida: fue completamente destruido durante la guerra, ya que parece que los yanquis consideraron que un pueblo que decide escribir su propia historia y adquirir cultura es un peligro para la seguridad nacional del imperio.

El edificio se reconstruyó tras la guerra con el mismo diseño y hoy se ha transformado en una biblioteca digital. Tiene 5 plantas y un archivo de 20 millones de libros digitalizados. Cuenta con 1000 ordenadores de última generación y pantalla plana, conectados a través de red wifi, además de salas de lectura, salas de proyecciones con Power Point, una sala de conferencias y varias salas de seminarios. ¡Una pasada!

Visitamos también las piscinas de la universidad, que son de acceso gratuito, aunque existen turnos. Los sábados se admiten personas que no sean de la Universidad.

Hay una piscina de tamaño olímpico y, como en la del Palacio de los Niños y Estudiantes de Mangyongdae, tiene ascensor para subir a los trampolines, que tienen más de 5 metros de altura. La profundidad es de entre 1'8 y más de 2 metros.

Otra de las piscinas tenía toboganes y una profundidad de 90 centímetros y varias modalidades de hidromasajes.

Profesores y alumnos acuden de forma habitual tanto a la biblioteca digital como a la piscina. La verdad es que estuve tentado de decirle a la guía que me dejara darme un bañito.

¡No habrá que esperar mucho para bañarme, mañana voy a la playa de Nampo!


Juan Nogueira López



Si lo desea, puede descargar la crónica en PDF pulsando aquí.